Thomas Mann |
12 de Mayo de 2012
Hermano Hitler y Otros Escritos Sobre La Cuestión Judía
¡OYENTES
ALEMANES!
14 de enero de 1945
“Oyentes
alemanes¡
¡Ojalá esta guerra hubiera terminado!
¡Ojalá hubiera sucedido ya lo que tiene que suceder y lo que sucederá algún
día, no importa lo que al principio pueda parecer! ¡ Ojalá hubiera sido
eliminadas ya las terribles personas que han llevado ha Alemania hasta este
punto y se pudiera pensar ya en empezar de nuevo con la vida, en apartar los
escombros, tanto los internos como los externos, en iniciar poco a poco la
reconstrucción, en una reconciliación permanente con los demás pueblos y en una
convivencia digna con ellos! ¿ Es eso lo que deseáis? ¿ Expresan estas palabras
vuestro anhelo? Yo creo que si. Estáis más que hartos de la muerte, de la
destrucción, del caos, por mucho que en vuestro fuero interno hayáis podido
reclamarlo en algún momento. Queréis orden y vida, un nuevo orden vital, por
turbio y gravoso que pueda resultar en los primeros años. Eso es muestra de
valentía. Incluso mucho mas que el trastornado fanatismo con el que aún hoy
vuestra juventud en armas cree tener que defender el “ sagrado” suelo Alemán,
un suelo, ¡hay¡, tanto tiempo profanado y contaminado por la mentira y el
crimen. Sin embargo, una cosa será necesaria para el nuevo comienzo. Para
reconciliarse con el mundo hay una condición previa, a cuyo cumplimiento queda
vinculado cualquier entendimiento moral con otras naciones y sin el cual
vosotros, los alemanes, nunca enteréis lo que os esta pasando. Se trata de la
inequívoca atención de lo que Alemania, instruida en la bestialidad por infames
maestros, ha infringido a la humanidad, resulta inexpiable. Se trata de la
aceptación, plena y sin reservas, de unos crímenes terribles de los que la
realidad sólo conocéis una pequeña fracción, en parte porque habéis sido
aislados y violentamente desterrados a la necedad y la ignorancia, en parte
porque, por instinto de autoprotección, habéis mantenido alejado de vuestra
conciencia el conocimiento de este horror. Sin embargo, es preciso que entre en
vuestra conciencias si queréis comprender y vivir, y para ello hará falta una
gran labor de ilustración que no debéis menospreciar tildándola de propaganda
para hacer de vosotros persona conscientes. Lo que la ignominiosa y suciamente arrogante
filosofía de vuestros gobernantes os ha puesto en situación de hacer, , lo que
ha hecho a través de vuestras manos y las de vuestros hijos es inverosímil,
pero cierto. Tú que ahora me estás escuchando, ¿sabes algo de Maidanek – en
Polonia, cerca de Lubin -, el campo de exterminio de Hitler? No era un simple
campo de concentración, sino una gigantesca instalación para matar. Ahí hay un
enorme edificio de piedra con una chimenea industrial: el crematorio más grande
del mundo. A vuestra gente le habría gustado destruirlo en el último momento
cuando llegaron los rusos, pero en su mayor parte sigue en pie; es un
monumento, el monumento propiamente dicho del Tercer Reich. Más de medio millón
de europeos, hombres, mujeres y niños, fueron envenenados allí con cloro en
cámaras de gas y después incinerados, a un ritmo diario de 1.400. Día y noche
estaba la fábrica de muerte, y sus chimeneas humeaban en todo momento. Ya se
había empezado a construir un anexo… La ayuda Suiza a los refugiados sabe un
poco mas de este asunto. Sus hombres de confianza vieron los campos de
Auschwitz y Birkenau. Vieron lo que ninguna persona sensible está dispuesta a
creer , a no ser que lo haya visto con sus propios ojos: los huesos humanos,
los barriles de cal, los tubos de gas-cloro y la instalación incineradora,
además de los montones de ropa y de zapatos que se les habían quitado a las
víctimas, muchos zapatos pequeños, zapatos de niños… si es que tu compatriota
alemán, y tu, mujer alemana, queréis escucharlo. Del 15 de abril de 1942 hasta
el 15 de abril de 1944, sólo en éstos dos centros alemanes, han sido asesinados
1.715.000 judíos. ¿ Que de dónde sale esa cifra? Pero ¡ si vuestra gente ha
llevado la contabilidad, con ese sentido suyo del orden tan perfectamente
Alemán! Se ha encontrado el archivo de la muerte, además de cientos de miles de
pasaportes y documentos personales de no menos de veintidós nacionalidades
europeas. Estos imbéciles incluso han contabilizado los huesos pulverizados, el
fertilizante artificial producido en esta factoría. Porque los restos de los
cuerpos calcinados eran molidos y convertidos en polvo, envasados y enviados a
Alemania para que fertilizaran el suelo Alemán, ¡ese mismo suelo sagrado que,
aún después de esto, los ejércitos alemanes todavía creen tener que defender
contra la profanación del enemigo!
Sólo he aportado un par de ejemplos de
lo que aún os queda por averiguar. Las ejecuciones de rehenes, el asesinato de
los prisioneros, las casas de tortura de la Gestapo que se han encontrado en la
Europa ocupada, los baños de sangre entre la población civil rusa, la diabólica
política de despoblación de los nazis en todos los países a fin de que la
supuesta raza de señores fuera siempre numéricamente superior; la mortalidad
infantil planificada, pretendida y provocada en Francia, Bélgica, los Países
Bajos, Grecia y, sobre todo, en Polonia, ni siquiera es posible enumerar en
unos pocos minutos todo lo que la Alemania nazi les ha hecho a los seres
humanos, a la humanidad. Alemanes, debéis saberlo. El Horror, la vergüenza y el
arrepentimiento es lo primero que hará falta. Y ya sólo queda un odio todavía
necesario: el odio por los bellacos que han convertido el nombre alemán en un objeto
de horror a los ojos de Dios y del Mundo entero.”[1][2]
[1] Thomas Mann, Hermano
Hitler y otros escritos sobre la cuestión judía, Editorial Global Rhythm Press,
Primera Edición, Barcelona, 2006, pp. 145 a 148.
[2] Título Original: Deutsche Hörer, mensaje radiofónico de Mann para la
BBC de Londres del 14 de enero de 1945, redactado mientras escribía el dialogo
con el diablo que aparece en el cap. XXV
del Doktor Faustus.
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