lunes, 19 de marzo de 2012

De los crímenes cometidos por la autoridad y sus efectos, ¿restablecer el orden y la paz? y las Leyes



“Así es como los crímenes cometidos por el Gobierno actúan sobre los peores y menos morales de los miembros de la comunidad, y no cabe duda que esos hechos tremendos tienen también que haber influido en la mayoría de los hombres de moral media. Oyendo y leyendo de continuo las más terribles e inhumanas brutalidades cometidas por las autoridades – esto es, por personas que el pueblo acostumbra a honrar como sus representantes mejores - , la mayoría del público de nivel medio, especialmente la juventud, preocupada con sus propios asuntos, en vez de comprender que quienes son capaces de cometer tales horrores son indignos de toda consideración, inconscientemente caen en la conclusión opuesta y piensan que si aquellos a quienes acostumbramos a honrar y respetar cometen semejantes actos, será porque estos actos no son, en realidad, tan tremendos como podría suponerse.

    Y así la gente ha llegado a hablar, hoy día, de ejecuciones, asesinatos, bombas y matanzas, con la misma naturalidad que se habla del tiempo.”


“En general, gracias a la actividad del Gobierno, que ha permitido el asesinato como un medio de llegar a sus fines, todos los crímenes: el robo, el asalto a mano armada, la mentira, el tormento y el asesinato, son actualmente considerados por aquellos desventurados, a quienes no ha podido menos de pervertir el ejemplo, como los actos más naturales y corrientes, inherentes por así decirlo a la condición humana.

    Sí; terribles como son los hechos en sí mismos, aún es incomparablemente más terrible el daño moral, espiritual, invisible, que producen.

    Decís que cometéis todos esos horrores a fin de restablecer el orden y la paz.

    ¡Restablecer vosotros el orden y la paz! Pero, ¿por qué medios pretendéis restablecerlos? Destruyendo el último vestigio de fe y moralidad en los hombres, vosotros, representantes de una autoridad cristiana, maestros y caudillos reconocidos y sostenidos por los servidores de la Iglesia. Cometiendo los crímenes más monstruosos: la mentira, la perfidia, el tormento en todas sus formas, y el supremo y más terrible de los crímenes, el más odioso a todo corazón humano que no esté irremediablemente corrompido: no ya un asesinato aislado, sino el asesinato en masa, innumerable, que pretendéis justificar con estúpidas referencias a tales o cuales estatutos por vosotros mismos escritos en esos necios y mendaces libros vuestros que os atrevéis a llamar blasfematoriamente “las leyes”.”

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