lunes, 19 de marzo de 2012

Ejecuciones, Razón y Privación del Bienestar Espiritual



“Todo esto ha sido cuidadosamente dispuesto y planeado por unos hombres cultos e inteligentes, pertenecientes a las clases superiores. Se las arreglan para ejecutar estas cosas discretamente, al amanecer, de manera que casi nadie les vea, y se las componen de suerte que la responsabilidad de estas iniquidades se reparta de tal modo entre quienes las cometieron que cada uno de ellos pueda pensar y decir que no es responsable de ellas.”

“Eso es monstruoso: no hay otra palabra; pero lo más monstruoso de todo es
que no se hace impulsivamente, bajo el influjo de sentimientos que se imponen a la razón, como ocurre en las peleas, en la guerra, incluso en los asaltos a mano armada, sino que, por el contrario, se hace en nombre de la razón y con arreglo a cálculos que se imponen a los sentimientos. Esto es lo que hace estos hechos tan particularmente pavorosos. Pavorosos, porque estos actos – cometidos por hombres que, desde el juez hasta el verdugo, no los desean – prueban más vívidamente que nada hasta qué punto es pernicioso al alma el despotismo, el dominio del hombre sobre el hombre.

    Es malo que un hombre pueda arrebatar a otro su trabajo, su dinero, su vaca, su caballo, hasta su hijo o su hija, en ocasiones; pero, ¡cuánto peor el que un hombre pueda arrebatar a otro su alma, obligándole a hacer lo que destruye su ser espiritual y privándole así de su bienestar espiritual! Y eso es justamente lo que hacen esos hombres que disponen las ejecuciones, y que, mediante sobornos, amenazas y engaños, obligan tranquilamente a otros hombres – desde el juez hasta el verdugo – a cometer actos que no cabe duda les privan de su verdadero bienestar, por mucho que los cometan en nombre del bienestar de la humanidad.”

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