Foto: Juan Castro Bekios |
"Ninguno de los presos
reconoce que la pena que se le ha impuesto es la justa.
Hablad a un detenido por
hurto, y preguntadle algo acerca de su condena. Os dirá: Caballero, los
pequeños rateros aquí están, los grandes viven libres, gozan del aprecio del
público. ¿Y qué os atreveríais a responderle, vosotros que conocéis las
grandes compañías financieras fundadas expresamente para sorberse hasta las
monedas de cobre que ahorran los conserjes, y para permitir que los fundadores,
retirándose a tiempo, echen legalmente su agudo anzuelo sobre las pequeñas
fortunas que encuentran a su alcance? Conocemos a esas grandes compañías de
accionistas, sus circulares engañosas, sus timos... ¿Cómo responder, pues, al
prisionero, sino diciéndole que tiene razón?
Hablad ahora a aquel
otro, que está preso por haber robado en grande. Os dirá: No fui bastante
diestro; he ahí mi delito. ¿Y qué habíais de responderle, vosotros que
sabéis cómo se roba en las altas esferas, y cómo, después de escándalos
inenarrables, de los que tanto se habló en estos últimos tiempos, veis otorgar
un privilegio de inculpabilidad a los grandes ladrones? ¡Cuántas veces no hemos
oído decir en la cárcel: ¡Los grandes ladrones no somos nosotros; son los
que aquí nos tienen! ¿Y quién se atreverá a decir lo contrario?
Cuando se conocen las
estafas increíbles que se cometen en el mundo de los grandes negocios financieros;
cuando se sabe de qué modo íntimo el engaño va unido a todo ese gran mundo de
la industria; cuando uno ve que ni aun los medicamentos escapan de las
falsificaciones más innobles; cuando se sabe que la sed de riquezas, por todos
los medios posibles, forma la esencia misma de la sociedad burguesa actual, y
cuando se ha sondeado toda esa inmensa cantidad de transacciones dudosas, que
se colocan entre las transacciones burguesamente honradas y las que son
acreedoras de la Correccional; cuando se ha sondeado todo eso, llega uno a
decirse, como decía cierto recluso, que las prisiones fueron hechas para los
torpes, no para los criminales.
En tal caso, ¿por qué
tratáis de moralizar a los que llenan cárceles y presidios?"
Piotr Kropotkin, "Las Prisiones".
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