lunes, 19 de marzo de 2012

Recapaciten


Foto: Juan Castro Bekios
“¡Hermanos: volved en vosotros, deteneos a recapacitar, considerad lo que estáis haciendo. Recordad quienes sois!

 Antes que verdugos, generales, fiscales, jueces, Primer Ministro o el Zar mismo, ¿no sois acaso hombres: hombres a los que se ha permitido hoy echar una breve ojeada a este mundo de Dios, y que mañana mismo dejaréis de ser? (Vosotros, en particular, verdugos de todos los grados y categorías, que habéis suscitado y continuáis suscitando un tal odio, recordad esto). ¿Es posible que vosotros, que habéis tenido este breve atisbo del mundo de Dios (pues, aunque no seáis asesinados, la muerte nos pisa siempre a todos los talones), es posible que, en vuestros momentos de lucidez, no veáis que vuestra vocación en la vida no puede ser el atormentar y exterminar a los hombres; temblando también vosotros por miedo a ser exterminados, mintiéndoos a vosotros y a los demás, y a Dios mismo; asegurando a vosotros mismos y a los demás que estáis llevando a cabo una obra importante y magnífica en beneficio de millones de vuestros semejantes? ¿Es posible que, cuando os sentís embriagados por lo que os circunda, por los halagos y los sofismas usuales, no sintáis, todos y cada uno de vosotros, en el fondo de vuestra conciencia, que todo ello es pura palabrería, inventada tan sólo para que, mientras cometéis toda suerte de horrores, podáis consideraros todavía como unas personas decentes? Ninguno de vosotros puede dejar de darse cuenta de que todos, vosotros lo mismo que nosotros, tenemos un solo real y auténtico deber, que incluye todos los demás: el deber de vivir el corto espacio que nos es concedido de acuerdo con la Voluntad que nos envió al mundo, y de abandonarlo de acuerdo también con aquella Voluntad. Y esta Voluntad sólo desea una cosa que se amen unos a otros.”

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