domingo, 8 de abril de 2012

De Los Tormentos, Comentario de Voltaire al Libro De Los Delitos y De Las Penas de Beccaria




Photography: Juan Castro Bekios,former Humberstone Saltpeter Office, Chile
Fotografía: Juan Castro Bekios
“Estando todos los hombres expuestos a la violencia o a la perfidia, detestan los crímenes de que pueden ser víctimas. Todos unánimemente, piden el castigo de los principales culpables y de sus cómplices: y todos, no obstante, por una compasión que Dios ha impreso en nuestros corazones, se declaran contra los tormentos que se han dado a los acusados, de quienes se quiere arrancar alguna confesión. La ley no los ha condenado aún, y se da en la incertidumbre en que se está de su crimen un suplicio mucho más terrible que el de la muerte, a la que no se les condena, sino cuando se está seguro de que la merecen. ¡Cómo!  ¡Ignoro aún si eres culpable, y te atormentaré para saberlo:  y si eres inocente, no expiaré las mil muertes que te he hecho sufrir, en igual de una sola que te preparaba! Cada cual se estremece con esta idea. No diré aquí, que San Agustín se declara contra los tormentos, en su Ciudad de Dios. Tampoco diré que en Roma no se daba más que a los esclavos, y no obstante, Quintiliano, acordándose de que eran hombres, reprueba esta barbarie.
       Aun cuando no hubiese más que una nación sobre la tierra, que haya suprimido el uso de los tormentos, con tal que no se vean más crímenes en ella, que en las demás; si es más sabia, y floreciente desde que ha hecho esta supresión, su ejemplo basta para el mundo entero. Que la sola Inglaterra instruya a todas las demás naciones; pero no es la sola; los tormentos han sido proscritos de otras muchas con buen éxito. Luego todo está decidido. Unos pueblos que se precian de ser ilustrados, ¿no se preciarán también de ser humanos?  ¿Se obstinarán en una práctica inhumana, bajo el solo pretexto de que está en uso? Reservad a lo menos esta crueldad para los malvados empedernidos que hayan asesinado a un padre de familia, o de la patria; buscad sus cómplices; ¿pero no es de una barbarie inútil el que una joven que haya cometido algunas faltas, que no dejan ninguna traza tras de ellas, sea castigada como un parricida? Vergüenza tengo de haber hablado sobre este particular, después de todo lo que ha dicho sobre él el autor de los Delitos y de las Penas. Todo lo que debo de hacer es encargar que se lea a menudo la obra de este defensor de la humanidad. [1]




[1] Voltaire, “Comentario Sobre el Libro De los Delitos y de las Penas”, en Bonesana César, Marqués de Beccaría, Tratado De Los Delito y De Las Penas, Editorial Heliasta, Buenos Aires, 2007, pp. 160 y 161. 









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