Fotografía: Juan Castro Bekios |
“Espacio Mediático y Frecuencia Criminal.
En
principio, es notorio que la criminología mediática no ocupa siempre el mismo
espacio, sin que hay momentos en que estalla y otros en que se reduce a límites
más modestos y a expresiones menos estruendosas.
Está
claro que esto no obedece a la mayor o menor frecuencia delictiva, pues la
experiencia mundial indica que los índices de delitos violentos no sufren
alteraciones tan abruptas. El sentido común no hace creíble que un día emerjan
asesinos por todos lados y después desaparezca por encanto. Parece claro que
con esto se dosifica el pánico moral, que no oscila porque si ni conforme a la
frecuencia criminal.
Los medios especializados son una prueba.
Los mismos medios de comunicación
prueban que la oscilación no obedece a la frecuencia criminal, pues hay medios
especializados que no interrumpen la información de crímenes con detalles
macabros, Estos medios especializados otrora fueron diarios y revistas dedicados
a los crímenes con titulares catástrofes y fotos de patibularios y hoy son
canales de televisión que no forman parte de la criminología mediática en
sentido estricto, pues en cierto sentido son similares a los pornográficos, que
tienen un público y un mercado cautivo.
Tampoco
está tan claro que éstos especializados busquen construir un ellos, sino solo
satisfacer su mercado. Como invariablemente muestran lo más horripilante,
podría decirse incluso que son mas objetivos, pues muestran más victimas y mas
cadáveres, todos los que pueden sin mayor discriminación.
Su
incidencia sobre el pánico moral es escasa. No es esta producción la que debe
llamar la atención del criminólogo, salvo como indicador de la frecuencia
criminal.
¿ Cuando se produce el Pánico Moral?
El pánico moral se produce cuando
los medios ordinarios, comunes, que suministran la información supuestamente
seria, dedican muchos mas minutos de televisión –con la técnica que señalamos
ayer- al homicidio del día, cuando los diarios de igual naturaleza dedican
muchos mas metros cuadrados a lo mismo y pasan la noticia roja a la primera
plana, cuando los minutos de radiotelefonía objetiva y sus comentarios aumentan
considerablemente, cuando más expertos son entrevistados y más gestos de
resignada impotencia y reclamos de reforma a la ley con voz ahuecada de escuela
de teatro muestran los comunicadores.
Esas
son la variantes cuya oscilación se observa que no guarda relación con la
frecuencia real de la violencia criminal.
Momentos Mediáticos
Las dictaduras juegan al máximo
con la falsa idea de que sacrificando la libertad se obtiene seguridad y orden,
con lo que seducen a las personalidades mas estructuradas y rígidas, inseguras
frente a cualquier cambio. Por eso precisamente los dictadores no pueden
tolerar la menor imputación mediática de desorden, pues negarían su falsa
imagen de proveedores de seguridad. Debido a eso, el espacio de la criminología
mediática y de las mismas campañas de ley y orden se reduce hasta casi
desaparecer. Los únicos delitos que se permite proyectar son los patológicos y
los –reales supuestos- de los disidentes.
Pero
en sociedades democráticas, en que las autoridades se eligen por voto popular,
en algunos momentos la criminología mediática coloca a la seguridad –en el muy
curioso sentido en que la conceptúa- en el centro del debate político e incide
en la decisión electoral. En otros momentos se limita a mostrar un ellos contenido; la guerra sigue,
pero no hay peligro inminente. Por fin, no falta tampoco la ocasión en que
lleva un ataque generalizado contra la política misma, mostrándola como
mezquina y enfrascada en discutir cosas inútiles o baladíes y descuidando la
vida de los ciudadanos.
Esta
agresión abierta a la política importa un grave debilitamiento de la confianza
pública en las instituciones democráticas y se conoce como antipolítica.
La Antipolítica de la Criminología Mediática
La antipolítica era el eje
Central de los estados autoritarios de entreguerras, que sostenían sus
regímenes de partido único afirmando que el pluralismo político era un
fraccionamiento debilitante de la nación. Hoy la antipolítica es una de la
banderas que la criminología mediática guarda en su arsenal, para usarla en el
momento oportuno.
De
todas formas, lo que es incuestionable es que la criminología mediática aumenta
o reduce su espacio y a veces cae en la antipolítica, sin que esto sea
explicable por la frecuencia criminal, que nunca puede presentar variantes tan
abruptas.”[1]
[1] Zaffaronni, Raúl Eugenio, La Palabra de los
Muertos, Conferencias de Criminología Cautelar, Editorial Ediar, Buenos Aires,
2011, pp. 394-396.
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